Conseguir financiación no es el fin, sino un medio para llevar nuestro proyecto hasta un desarrollo concreto. La fórmula es tener un plan cuantificable y buscar la financiación para conseguirlo, nunca al contrario, ya que no funciona buscar dinero para pensar luego qué se hace con él.

“Lo primero es saber qué tipo de proyecto tenemos, cómo detectar si un proyecto es viable o no. Y si es viable, cómo saber si es invertible”.

Viable:

Viable significa sostenible en el tiempo. Hay que demostrar que tenemos algo vendible y explicar por qué nos hay alguien dispuesto a comprarlo (las 10-100 primeras personas o empresas). A partir de ahí hay que marcar un objetivo de crecimiento a corto plazo e identificar qué acciones implementar para alcanzar el objetivo y cuál será su coste. Llegado a este punto,  se determinan los recursos necesarios para conseguirlo y se busca esa financiación

Es importante no olvidar que además ha de ser  factible; es decir, deberá ser realizable por el equipo del que se dispone Ahora, debe quedar claro por qué no existió antes.

Invertible:

Debemos plantearnos qué rendimiento espera obtener un inversor. Por ejemplo, si alguien invierte 100.000€ y espera tener en un plazo de 3 años una plusvalía de 300.000 € ¿Se cree el inversor que  un tercero está dispuesto a comprar su participación al precio que espera?

Un proyecto es invertible a los ojos de un inversor privado, si este vislumbra su salida con la rentabilidad esperada. Para ello debe convencerse que

1.            Genera Valor: Es decir, hay alguien que está dispuesto a pagar por tu producto

2.            Escalable: Es capaz de generar ingresos de forma mucho más rápida de lo que crece su estructura de coste

3.            No tiene necesidades de financiar circulante (con lo que el dinero está en Caja).

4.            Se contempla como ese dinero retorna al inversor (ya sea vía dividendos o –principalmente- siendo un negocio lo

suficientemente atractivo para permitir la venta de sus participaciones, a los socios actuales o a terceros).